44SNA TERRITORIO AÚN SIN EXPLORAR. Por Claudia Jursich

La palabra territorio es delicada. Puede referirnos a algo inmenso, vasto y colectivo o a un espacio pequeño e íntimo.

En la perspectiva de la geosemántica social se entiende por territorio la suma de un sentido (significado) a un lugar, cuya definición es validada por una comunidad.

Territorio es el tema del AÚN 44 Salón Nacional de Artistas.

Para llegar a un territorio hay un preámbulo que en este caso es la frontera, entendida como el espacio o tramo que existe entre el acceso y la sala de exposición. Este, anuncia la presencia de algo que invita a ser contemplado y que, en una ciudad aún parroquiana, inhibe un poco al transeúnte común ya que no puede intuir qué habrá adentro porque no tienen vitrina.

El preámbulo espacial corresponde por lo general a los museos, esos claustros contenedores de lo creativo que exhibido con criterio estético es lo que llamamos obras de arte y que, precisamente, recorremos para verlo.

El arte nos tomó por sorpresa.

La labor del Salón Nacional en su 44 versión en la ciudad de Pereira exigió ante todo un trabajo de logística titánico porque no resultó fácil invitar 100 artistas y después buscar un espacio para montar la obra de cada uno. Con las limitaciones de la ciudad para este debut sin precedentes, se seleccionaron 5 locaciones: El Museo de Arte de Pereira, el Edificio Antiguo Club Rialto, La Universidad Tecnológica de Pereira, La Alianza Francesa y El Centro Colombo Americano. Complementado con exhibiciones en el Antonio Caro, en el Salón Comunal del Barrio Zea de Grupo Otún y el Colectivo Maski.

El marcador del podómetro usado para visitar el Salón completo indica 7.482 pasos dados para recorrer las salas de exhibición del AÚN en su totalidad. Trabajo para un ciudadano de a pie.

En el Museo de Arte de Pereira con su arquitectura “caracolesca” se ubicaron las obras de gran formato. Hay una melancolía ahí, se respira un aire polvoriento y húmedo otorgado quizás por el carácter mismo de las obras. Un silencio agrisado de melancolías.

En el Edificio Antiguo Club Rialto sorprende la versatilidad de los exponentes, se percibe un cierto esplendor, las obras tienen un aspecto exhibicionista. Al interior del edificio reformado se tiene una sensación «extranjera» en su arquitectura, con un mobiliario eco sustentable diseñado para el evento. Es prolijo, armonioso e impecable. Por un instante se pierde la sensación al interior en su silencio en contraste con el caos estrepitoso de la carrera 7 con calle 17. Muchos de los visitantes entran por accidente creyendo q es la puerta de acceso al supermercado ubicado en el primer piso. En este caso, una feliz coincidencia.

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En la Alianza francesa el salón está al final de un corredor en el último piso de la casa y en El Centro Colombo Americano en el sótano. Ambos con excelente iluminación. Y en la Universidad Tecnológica las obras se ubicaron algunas en su sala de exposiciones y otras a través del campus.

De todo lo anterior quedan unos interrogantes.

¿Cuántas personas han visitado las salas de exhibición en su totalidad?

¿Cómo se lleva el registro del número de visitante si los contadores manuales fueron entregados a los guías 15 días después de la inauguración del salón?

¿Cuánto tiempo lleva ir a todas las salas?

¿Por qué ha sido tan deficiente el número de visitas guiadas? Las que se han dado son institucionales o universitarias. Colegios, escuelas, ninguna.

¿Por qué una puesta en escena de esta magnitud no emociona?

¿Afecta el número de visitas el hecho de que las obras estén ubicadas en tantas locaciones diferentes?

¿Es el centro de la ciudad el sitio ideal para exhibir un Salón Nacional?

¿Han venido visitantes de ciudades y municipios aledaños?

Por los datos obtenidos se concluye que:

  • Hasta ahora el promedio de las salas de exhibición del AÚN han sido visitadas por un número X de personas que nunca se sabrá con exactitud y menos sin la cuenta de la cifra que se perdió del los 15 primeros días. Como en los tirajes de periódico, esa cifra será el secreto mejor guardado.
  • Que participaron poquísimos artistas locales.
  • Que territorio es muchas cosas.
  • Que se debe caminar y mucho para ver el Salón.
  • Que algunas de las sedes escogidas tienen difícil acceso.
  • Que a la mayoría de los visitantes les da pereza leer la ficha técnica.
  • Que muchas obras requieren explicación.
  • Que el tema es complejo y para algunos las obras sirvieron de fondo para ambientar una selfie.

Ante lo anterior cabe preguntarse:

¿Estamos a la altura de un evento como este los ciudadanos de Pereira?

¿Es el arte un tema de interés para esta ciudad cívica?

¿Debe el arte ser elocuente?

¿Debe el arte generar una emoción?

¿Debe el arte ser un espacio de entretenimiento incluyente?

¿Le interesa al ciudadano de a pie el arte?

¿A qué se debe el bajo número de visitantes a las exposiciones en este momento en que coinciden el tema escogido y la actual situación política nacional?

El 44 salón Nacional representa un gran esfuerzo puesto en una ciudad que no estaba preparada para recibirlo.

Nuestra respuesta será de acción retardada.

Para no olvidar: la visión global de Mario Opazo y su doloroso ejercicio de observación acerca de los desterritorializados. La cobija de arroz cosida por  Juliana Góngora  para hablar de la paciencia de la tierra. La cartelera con letrero impreso con jugo de limón expuesto al sol, una jeringonza  visual de Herlyng Ferla y la trayectoria de Álvaro  Herazo, único artista de los invitados que demostró con la obra expuesta que su tema de trabajo ha sido siempre el territorio.

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Sobre el AÚN 44 Salón Nacional de Artistas queda pendiente lo bueno, lo malo y lo feo. Ah! Y lo quedó al garete.

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Fotografías por Claudia Jursich.

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